domingo, 8 de septiembre de 2013

Casa de Sorolla en Madrid

Sorolla es uno de mis pintores favoritos, por su pincelada gruesa y por su luz. 


El Museo Sorolla es un museo situado en Madrid (España). Fue creado a petición de la viuda del pintor Sorolla, Clotilde García del Castillo, quien en el año 1925, dictó testamento donando todos sus bienes al Estado para la fundación de un museo en memoria de su marido. El día 28 de marzo de 1931 se acepta el legado de la viuda del pintor. El Museo, inaugurado en 1932, se ubica en el edificio en el que el pintor tenía su casa y su taller, y que fue obra del arquitecto Enrique María Repullés.

Se construye entre 1910 y 1911, habitándola la familia a finales de este año. En su disposición Sorolla intentó separar su zona de trabajo, compuesta por tres estudios encadenados y con acceso directo desde el jardín, de la propia vivienda, que se componía de un amplio salón, un comedor y una pequeña salita en la planta principal y de cuatro dormitorios, del matrimonio y de los tres hijos, en la planta segunda alrededor de un distribuidor.


Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla, provincia de Madrid, 10 de agosto de 1923) fue un pintor y artista gráfico español. Fue uno de los pintores españoles más prolíficos, con más de 2.200 obras catalogadas. Etiquetado a veces como impresionista, en realidad su estilo maduro se define mejor como luminista.

ALGUNOS CUADROS:

UNA INVESTIGACIÓN:
Fechado en 1897 y realizado en el laboratorio del doctor Luis Simarro Lacabra, amigo y protector de Sorolla. Un único foco de luz, la lámpara de la izquierda, incide sobre la bata blanca del doctor, que analiza unas pruebas rodeado por su equipo de colaboradores. Éstos prácticamente están iluminados por la reflexión de la luz en la habitación.

EL BAÑO DEL CABALLO:
Lienzo comprendido en la serie de escenas de la playa de El Cabañal de Valencia que realiza Sorolla en el verano de 1909 a su regreso de los Estados Unidos. También se tituló El caballo blanco. 
Es uno de los cuadros más populares del pintor: vemos aquí al Sorolla más conocido, el de la sinfonía de blancos y azules, que reina en los cuadros de este año, como el Paseo a orillas del mar. 
Compositivamente, esta obra muestra un recurso muy frecuente en la producción de Sorolla. El punto de vista se sitúa a la altura del joven que protagoniza la escena pero el objetivo parece inclinarse, creando así un primer plano largo que relega la línea del horizonte a una banda estrecha en la parte superior del lienzo. Con ello el punto de fuga se limita, la atención del espectador se centra, la mirada queda atrapada en la superficie del lienzo y se mueve impulsada por los reflejos lumínicos, las sombras y la línea ondulante que crea el agua en la orilla. 
Sin duda a Sorolla le interesa mucho más lo que ocurre en el suelo que en cielo, que en el verano levantino se muestra, en las horas centrales del día, mortecino por la calima del calor. La orilla está sin embargo llena de efectos llenos de interés visual: los cuerpos brillantes por la piel mojada, la lámina de agua que hace de la arena un espejo, los reflejos de la luz en el agua inquieta, las sombras, todo aquello que nos hace conscientes del espejismo que es nuestra mirada.


BAJO EL TOLDO, PLAYA DE ZARAUZ (detalle)
En este lienzo recoge Sorolla a sus seres queridos en la playa de Zarauz (Guipúzcoa). Allí pasa parte del verano. De nuevo el pintor se expresa de forma elegante y delicada al mostrarnos a su familia bajo un toldo, que no vemos, en una paleta restringida a blancos y pardos rosáceos, con algunas notas negras que llaman nuestra atención.


AUTORRETRATO
Pintado en 1904. Nos presenta su figura de forma poco ortodoxa: en formato apaisado, tan querido por el pintor para los retratos de amigos y familiares, y la figura en escorzo y nada académica, intentando romper moldes establecidos. Su admiración por Velázquez queda reflejada en el escenario, muy relacionado con Las meninas. 





PINTANDO:
1885-1886, pintor visto de espaldas, delante de un caballete. Viste traje gris oscuro, su mano derecha aplica pintura sobre un lienzo con la ayuda de un pincel, la izquierda sostiene una paleta. Posible autorretrato.


PASEO A ORILLAS DEL MAR
En los primeros meses de 1909 Sorolla expone en Estados Unidos con un éxito absoluto. Los lienzos que realiza durante el verano siguiente muestran la satisfacción del pintor. Son vitalistas, de paleta brillante pero moderada en las luces y muy elegantes. En este caso recoge a su mujer y su hija mayor paseando por la playa, batidas sus indumentarias y accesorios por la brisa del mar, mostrándonos un movimiento contenido que no es frecuente en su obra.


Escultura en bronce patinado del escultor catalán José Monserrat y Portella, galardonado con la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900. Este bronce, representa de forma naturalista una niña pequeña, desnuda, que da sus primeros pasos dejando suspendida la pierna derecha en el aire para conseguir una idea más clara de inestabilidad. La niña abre los brazos para ayudarse a mantener el equilibrio. El rostro, muy expresivo muestra una mezcla entre diversión y temor. Se apoya sobre base circular de mármol.


MARÍA CON MANTILLA:
Retrato de María (su hija) enfundada en traje de seda gris y de cuerpo entero, cubre su cabeza peineta de carey con mantilla de encaje negro, adornada con una flor. En su mano derecha, abanico medio abierto. El brazo izquierdo, en jarras, lo apoya en su cintura. El fondo, a manchas, pardo oscuro.


Pintado en 1909 en la playa valenciana de El Cabañal, "El balandrito" es una de los cuadros más conocidos y populares de Sorolla. Tras su regreso de Estados Unidos, Sorolla desarrolla una productiva campaña estival en la que da rienda suelta a sus intereses pictóricos y a sus gustos temáticos, lo que se traduce en la calidad y madurez que transmiten las obras realizadas en este momento. 
Los niños jugando en el agua o en la orilla de la playa son frecuente pretexto de estos cuadros, en los que el punto de vista se eleva hasta hacer desaparecer el horizonte, dejando que el agua llene la totalidad de la composición. En este cuadro, como en ningún otro de Sorolla, se produce la desaparición de la profundidad, la identificación del espacio pictórico con la superficie del lienzo, y la disolución de la figura en su fondo, ambos deshechos, atomizados por la acción de la luz reflejada y refractada en la superficie movediza del agua. 
En esta forma de abordar la representación como una recreación de sensaciones, Sorolla refleja instintivamente algunas preocupaciones filosóficas de su tiempo sobre la percepción; pero el resultado es una imagen de intensa sensualidad, capaz de contagiar, en esa imagen del niño embebido en su juego, el placer de su total inmersión en el agua y el sol.


NADADORES, JÁVEA
A Jávea marcha por última vez Sorolla el verano de 1905. Se olvida de las industrias de la villa y realiza numerosas composiciones de niños y adolescentes en sus acantilados. La paleta adquiere una intensidad inusitada por los fuertes contrastes de gualdas, ultramares y esmeraldas, que debido a la profundidad de sus aguas son totalmente reales.

PESCADORA CON SU HIJO, VALENCIA
En el verano de 1908, como es habitual en esta época del año, Sorolla pinta en la playa de Valencia. Los temas de playa se confunden con los de costumbrismo marinero. En esta tela vuelve a insistir en las luces del ocaso, que producen fuertes contrastes de luz y sombra, acercándose el pintor nuevamente al expresionismo.


SALIENDO DEL BAÑO:
Una mujer, de casi cuerpo entero y vista de perfil a la derecha, sostiene a un niño desnudo y envuelto en una tela blanca. Franja estrecha de arena, en la parte inferior, y en las aguas una barca a la izquierda, y un nadador a la derecha, mucho más alejado. Predominan las luces blancas. 1915.


MIS CHICOS:
Retrato de sus tres hijos, sentados en sendas jamugas. A la izquierda María Clotilde, en el centro Elena y a la derecha Joaquín. Una orla vegetal encuadra la composición en los laterales y margen superior.
Las sillas sobre las que aparecen retratados los tres hijos del pintor pertenecen a la colección del Museo, aunque hoy en día sólo se conservan dos, que se encuentran expuestas en la sala II del Museo.

LA CASA:

Fragmento rectangular de vidrio verde emplomado. Compuesto por tres filas de cinco cibas o discos unidas entre sí mediante varillas de plomo. Las cibas alternan en tonalidad de verdes más claros y más oscuros. La técnica de fabricación mediante soplado de vidrio hasta tomar una forma cilíndrica y posterior cortado de la caña deja en el centro de estas cibas una marca o bondine perfectamente visible. 
El museo conserva en una de las ventanas del comedor un cerramiento muy parecido al de este fragmento y que parece Sorolla ya tenía en el estudio del Pasaje de La Alhambra.


Friso decorativo que ornamenta la parte alta de los muros del Comedor de la Casa Sorolla. Entre las guirnaldas aparecen tres figuras femeninas, dos sobre la puerta que da acceso a la salita, representan a sus hijas María Clotilde, a la izquierda, y Elena, a la derecha. Sobre la puerta que conduce a la escalera interior, la tercera figura, su mujer Clotilde García del Castillo. esta pintado sobre lienzo pegado al muro. 1911.






LAS ESCULTURAS Y EL JARDÍN:


Reproducción del "Dionysos" en bronce del Museo Nacional de Nápoles, erróneamente conocido con el nombre de "Narciso". Representa al dios desnudo y calzado con sandalias, con una piel de cordero sobre su hombro izquierdo. Va tocado con una corona de flores, y la inclinación de la cabeza hacia abajo podría indicarnos la presencia de algún animal a sus pies, probablemente una pantera.


Taza de mármol blanco del siglo XVIII, montada sobre un capitel renacentista invertido que se encuentra en el segundo jardín del Museo Sorolla. Es circular de borde exvasado, con ocho aliviaderos decorados por la cara exterior con un motivo floral. En el centro, una pieza cilíndrica en la que se inserta el surtidor de bronce, el cual se encuentra rodeado por tres Amorcillos de bronce, que constituyen su principal adorno.

Escultura de togado romano probablemente de origen andaluz y de época flavia (s. I d. C.), que se eleva sobre alto plinto de piedra. Esta tipología escultórica supuso una de las grandes aportaciones romanas a la escultura. Estos togados corresponden a personajes masculinos, cuyos cuerpos se esculpían en serie y se les incorporaba la cabeza a posteriori, con los rasgos faciales del retratado. Esta táctica de incorporar cabezas independientes de los retratados facilitaba el comercio con la metrópoli, democratizaba en alguna medida la obra de arte e introducía cierta especialización en el trabajo de los artistas. Este togado encuentra su paralelo más cercano en el togado de Mérida, donado al Museo Arqueológico Nacional por el Marqués de Monsalud en 1930, considerado procedente de taller bético y época flavia.

Me ha servido de modelo para una acuarela, los pliegues del ropaje son ideales para practicar dibujo.










OTRAS FIGURAS:



OTROS OBJETOS Y DETALLES:

Brasero seguramente del siglo XIX, de tarima circular de seis piezas de madera forrados de bronce, que se levanta sobre 5 patas de bronce en forma de voluta. Brasero circular del mismo metal con molduras convexas en el borde y dos asas abalaustradas atornilladas. Tapa hemiesférica, también de bronce con motivos calados y rematado por anilla. Va acompañado de badila sencilla. Este brasero fue especialmente utilizado por Joaquín Sorolla García. Presenta dos anillas en la tarima para facilitar su levantamiento.



Yo tengo uno muy parecido en la entrada de mi casa, era de mi abuela, por eso me llamó la atención y tomé esta foto.



Como farmacéutica y artista me encanta el detalle de los pinceles en los albarelos.






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